Previo al campamento, mantenía una relación sólida con Dios, pero algunas dudas persistían en relación a promesas y temores que me rodeaban. Aunque había experimentado la presencia divina en mi vida, en aquel lugar sentí una intensidad y claridad sin igual. Vi cumplirse promesas y contemplé el esplendor del poder divino. Mi conexión con Él se intensificó, superando temores en la adoración y cultivando la confianza en el cumplimiento de lo que aún no veo. Durante el campamento, en el primer día, experimenté el gozo de dar en lugar de recibir, y en el segundo día, experimenté una experiencia única al sentir calor en el pecho y garganta, junto con adormecimiento en los brazos, indudablemente la presencia de Dios. La unidad entre los jóvenes fue hermosa y pude ser testigo de sanidades, libertades y bautismos. Toda la gloria sea para Dios. La obra que Dios realizó en mí consistió en derribar obstáculos que limitaban mi libertad para adorar, superar los temores inculcados por el enemigo, y sanar las heridas familiares. Aprendí la importancia de confiar y obedecer las promesas de Dios guiado por el Espíritu Santo. El campamento marcó un antes y después, y ahora ansío más de Dios. En todas las áreas, Dios se movió impactantemente, infundiendo vida y propósito en corazones que habían perdido la esperanza. ¡Así es nuestro Dios!
Testimonio de